Miércoles, 13/09/25

Dormir, soñar…

«Dormir, soñar…, tal vez morir.»

«Hamlet», William Shakespeare

“Porque sé que soy un sueño, no estoy loco.”

Shambhu

Aquí no se salva nadie. La locura está servida para todos en bandeja de plata. Desde el obrero que trabaja de sol a sol, hasta el directivo obsesionado por la cuenta de resultados; desde el disciplinado militar, hasta el sacerdote obediente. Desde el político recalcitrante que crea problemas para después ofrecer “sus” soluciones, hasta el maestro espiritual que enseña soluciones inútiles, por metafísicas, que sólo a unos pocos pueden valer. 

Ciertamente, la locura parece estar a la orden del día para todos y sin excepción. Se mire por donde se mire, nadie parece escapar de la neurosis colectiva e individual existente. Además, vivimos en una sociedad donde cada uno de sus componentes cuida del sueño de los demás, evitando así su propio despertar; un evidente mecanismo de defensa. El sueño se aplaude, mientras que el despertar se lo mira con recelo, cuando no con sospecha.

El indicador de la ensoñación es directamente proporcional al nivel de la obsesión. Dime cuál es tu obsesión y te mostraré tu ensoñación. ¿Sexo, dinero, poder, placer, salud, éxito, ideología, religión, política, coches, motos, casas, mujeres, hombres, hijos, familia, alimentación, espiritualidad, arte, deporte…? Despertar del sueño no sólo es posible, sino que es el único medio de salir de la locura individual y colectiva que nos contiene y mantiene dormidos.

Contemplado desde la perspectiva adecuada, se puede apreciar cómo semejante locura forma parte del sueño que uno mismo cree ser. Sin semejante identificación no existiría la enajenación. Nada escapa al inmenso poder de maya, capaz de extender su manto onírico por todo el universo, creando realidades aparentes y quimeras inútiles. Por supuesto, todo ello siempre bien aderezado de un sufrimiento tan inmenso como innecesario.

 

Silencio Interior – Escuela

info@silenciointerior.net

 

 

Dormir, soñar… – 13-09