Jueves, 02/03/23

Dormir, tal vez soñar

«Soñar es una función natural de la máquina. Vivir despierto es el milagro del alma.»

Shambhu

Cabalgamos a lomos de un caballo mental. Todo está construido a base de mente; desde la idea que tengo de mí, pasando por los demás, el mundo y Dios, hasta la Ciencia -el nuevo Dios- y la Filosofía, por no mencionar a la religiones. Todo ello es un mero constructo mental que conforma el sueño que denominamos vida. Pero ¿acaso es eso la vida? ¿En serio?

Recorrer el sendero del autoconocimiento no es difícil. Lo verdaderamente difícil es encontrar a un ser que esté lo suficientemente despierto como para querer recorrerlo. No es fácil reconocer la película conformada con material onírico en la que estamos inmersos. Aunque, sí es posible experimentar sacudidas intensas como para provocar el despertar, éstas no son suficientes.

Sí, es cierto, despertar no es difícil. Sucede. Lo extraordinario es querer seguir despierto. Lo fácil, y también lo habitual, es continuar durmiendo. De este modo, si nuestra tela de araña se rompe, la mente creará con rapidez un nuevo manto que nos arrope, y así poder continuar sumidos el plácido sueño de avidya, la ignorancia basada en maya, la ilusión primordial.

¿Qué se puede hacer al respecto? Si es que es posible hacer algo, claro, pues vivimos en una sociedad de seres dormidos que, a su vez, velan por mantener vivo el sueño de los demás. Ciertamente, despertar y querer continuar despierto es posible. No obstante, semejante estado es siempre subjetivo e individual. Despertar a nivel social es una utopía más de la mente.

Una llama, débil al comienzo, se enciende en nuestro interior. Se trata del pálido reflejo de la luz de la consciencia. Si la ves aparecer, evita que se apague con nuevas impresiones, creando otra película. Mejor, cuida de ella alimentándola todo lo que puedas a través de la consciencia, de tu presencia viva y observadora.

Semejante llama disolverá todas las ilusiones que tu sueño ha creado. Ello es algo que tarde o temprano sucederá. La diferencia estriba en que si lo hace el factor Tiempo, la contrapartida es la soledad, la enfermedad, la vejez y la muerte; las cuatro plagas que, según el Buda, amenazaban al reino del Rey Ashoka. Mientras que, si lo haces tú, la consecuencia es la libertad.

¿Osarás?

 

Silencio Interior – Escuela

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Dormir, tal vez soñar