Sábado, 17/05/25
Centro Instintivo & Centro Intuitivo
Por extraño que pueda parecer, los Centros Instintivo, muladhara chakra, encargado de la supervivencia de la máquina -como bien saben aquellos que conocen nuestra propuesta de trabajo interior-, y el Centro Intuitivo, ajna chakra, último eslabón en la cadena de funciones, encargado de la sutil percepción extrasensorial, se encuentran íntimamente unidos.
¿Cómo es posible que lo más sutil y lo más denso puedan estar tan imbricados? Porque son pares de opuestos, y como tales se encuentran dentro de una misma naturaleza, diferenciada tan solo por la diferente frecuencia vibratoria. La intuición puede ayudar a la supervivencia de la máquina, indica cómo, dónde y cuándo encontrar comida y refugio. Es una función mental más y por lo tanto se la puede direccionar, tanto para la supervivencia como para obtener comprensiones más allá de los límites habituales.
En última instancia, la cuestión es ¿quién dirige la atención del Centro Intuitivo hacia una dirección u otra, hacia la supervivencia o hacia el Espíritu? Al igual que un avión tiene alas para volar, y esas mismas alas le sirven también para aterrizar, el Centro Intuitivo puede dirigirse hacia el Centro Emocional Superior, sahasrara chakra, para conectar con el Infinito, o bien puede sintonizarse con el modo supervivencia.
Disponer de medios suficientes para tener un modo de vida digno y seguro que satisfaga las necesidades reales de Centro Instintivo es algo legítimo. Ahora bien, dedicar toda la energía, y por extensión la vida entera, a la obtención de bienes materiales que satisfagan aquellas otras necesidades ficticias es otra y muy diferente, pero no por ello menos habitual. Basta con mirar alrededor.
¿Cuál es tu elección?
Diferencia entre espíritu y materia
La diferencia entre espíritu y materia es tan solo de frecuencia vibratoria. En realidad, se trata de la misma naturaleza, aunque la diferencia es de grado. Dios está en la materia, pero no es la materia. El abismo diferencial es provocado por la interpretación mental de ambos pares de opuestos. El cero, o vacío metafísico, se caracteriza por la ausencia total de frecuencia vibratoria. No es ni materia ni espíritu. Los pares de opuestos se encuentran siempre dentro del Cubo de Maya-Matrix, compuesto de las dimensiones «espacio-temporal-causal», dando lugar a una percepción-interpretación errónea de Turiya*
Paradójicamente, el cero metafísico contiene potencialmente a todos los pares de opuestos que configuran a maya. No obstante, cuando se sabe ser aquello que Es, y que está más allá de todas las proyecciones-imaginaciones mentales, creadas para dar una explicación lógica y racional al mundo percibido, sucede que semejante mundo pierde su forma y aparece como lo que es en realidad: una mera superposición, un velo engañoso manifestado a través de una multiplicidad de frecuencias vibratorias que a su vez dan forma a incontables microcosmos, todo lo cual impide la percepción de nuestra auténtica y común naturaleza.
* Ver la definición de Turiya en nuestro glosario de sánscrito.
Desequilibrio
Proyectarse en el mundo material es un desatino. Tanto como hacerlo en el mundo espiritual. Ambos mundos no dejan de ser una creación de maya, la ilusión primordial. En ambos casos se produce un profundo desequilibrio de difícil solución, salvo por medio de la comprensión.
Siguiendo la enseñanza del clásico ejemplo de la tradición Advaita, donde se confunde la visión de una cuerda con una serpiente, los mundos material y espiritual, extremos opuestos de una misma naturaleza, son meras superposiciones que impiden la percepción de lo Real.
Por este motivo, tanto lo material como lo espiritual son jardines en los que extraviarse y olvidarse del estado de Turiya, el cuarto estado, el cual se corresponde con lo Real y es anterior a la materia y al espíritu. Entonces…, si todo es una ilusión ¿a qué es preciso poner energía?
Ciertamente, dedicarse a obtener bienes materiales, virat, o a la búsqueda de Dios, Isvara, no lleva a la autorrealización de nuestra auténtica y común naturaleza, la cual ya se ha dicho que es anterior a estos mundos, o cualquier otro microcosmos o cosmovisión que pueda generar la mente.
Por ello, es preciso ir más allá más incluso del Dios creador o demiurgo, pues no deja de ser un intento más de explicar lo inexplicable, misterio inefable e inaccesible para la mente y los sentidos. Se hace pues imprescindible ir a la dimensión divina existente en el interior de cada ser.
En su deseo por encontrar una explicación al misterio que le rodea, y del que forma parte, el hombre imagina una nueva cuarta, quinta, etc. dimensión, a la que aplica el concepto de Dios. O bien, en el extremo opuesto, el hombre llega a la conclusión equivocada de que más allá no hay nada.
En ambos casos el error es evidente, ya que ambos mundos se desarrollan dentro del Cubo de Maya-Matrix, de donde emergerán coordenadas, leyes y definiciones a las que atenerse. Es decir, límites con los que acotar la mente, haciendo sentir seguro al ego. Todo ello no es más que el producto de la imaginación, por lo tanto carece sentido.
¿Quieres comprobar como todo lo leído es cierto? Bastará con observar cómo el ego se revuelve, mientras te dice que no es verdad lo que lees, que no puede ser cierto. Es lógico que el ego se revuelva. Aceptar semejante realidad implica su disolución, es decir: el ego desaparecería. ¿Qué quedaría entonces…? Eso eres.
Silencio Interior – Escuela
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