Sábado, 30/01/21  

Cuando la entrega sucede

Apenas entro en la quietud y el silencio cuando una nueva dimensión se abre en mi interior y algo comienza a contemplar el mundo a través de mí. No puedo ponerle nombre; tampoco quiero. Es lo que Es, y con eso me basta.

Ocurre cuando, agotado, dejo de buscar. Abandono el esfuerzo y cierro los párpados derrotado por la dinámica de la propia búsqueda. Entonces emerge de forma natural y es como si me dijera: “Siempre he estado aquí, esperándote. Si tan solo hubieras intentado oírme”.

Cuando la entrega sucede nada más queda por hacer ni lugar al que ir. De repente todo está bien. El incesante caudal de los deseos se ha aminorado hasta prácticamente desparecer. Del lejano mundo exterior llega el canto de un pájaro, el ladrido de un perro, quizás el sonido de un motor…

Mientras que en el interior, una cúpula oscura, de un azul oscuro, casi negro, me contiene. Soledad y libertad danzan a mí alrededor un baile sinuoso donde sin cesar se alternan y fusionan entre sí, hermanados por un delicado coito sin final.

A veces gusto por deleitarme con participar en semejante danza en la oscuridad, donde sé que todo es tan posible como imposible, y me entrego a arabescos y acrobacias sin límite.

Luego, cuando la alegría del reencuentro se sosiega, sobreviene una quietud serena, profunda. La cúpula celeste se amplía y eleva más, más, más… Y con ello, mi presencia se torna más sutil, más fina, más etérea… hasta diluirse en el éter. Ahí sé que soy Eso. Indivisible. Sin fisuras.

Nada queda de aquél personaje que un día fue y creyó ser un nombre. Sé que soy esto mismo que siempre Es. Oscuridad infinita y eterna que contiene la luz más allá del espacio y el tiempo, paradigmas mentales creados para contener lo inabarcable.

 

Silencio Interior – Escuela

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Cuando la entrega sucede – 30/01/21