Sábado, 31/08/24
Océano, un sólo ser
«No existe diferencia alguna entre el Sí y Dios. Son la misma cosa. El Sí es infinito. Él es el océano,
nosotros somos las gotas de agua. Mientras la gota permanece separada del océano es pequeña y débil,
pero cuando es una con el océano, posee toda la fuerza del océano».
Swami Paramananda
El océano siempre es igual de profundo y misterioso para todos. Quizás, lo único que cambie sea el modo de relacionamos con él. Cada ser humano lo hará de un modo diferente. Y así debe ser.
Habrá algunos que, apoyados sobre tablas, jueguen a deslizarse sobre las crestas de las olas. Otros, nadarán en dirección a alguna meta concreta. No faltarán quienes crucen sus aguas a bordo de embarcaciones con fines lucrativos o por mero placer. Pocos serán los que se sumerjan para encontrar aquellos tesoros ocultos en sus profundidades.
Y, muy escasos -casi ninguno-, quienes osen sumergirse realizando apnea (sin respirar), con la única necesidad de traspasar los límites del cuerpo y la mente para armonizarse con el entorno acuático con la única intención de sentirlo como lo que es: un ente vivo y poderoso. Traspasar los límites para llegar a sentirse un sólo ser con el Océano.
En cualquier caso, el océano siempre es el mismo e igual a sí mismo -comprensión por identidad-, al margen de lo que a ti te pueda parecer. Por ello, cuando te relaciones con él, no te atrevas a decirle cómo ha de comportarse. Tan sólo trata de armonizarte primero y de fundirte después. Sentirlo vivo es tu recompensa, aunque no hagas apnea.
Silencio Interior – Escuela
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Fotografía: Naja Bertolt Jensen